Serie B


     Sigo inmerso en la pesadilla, pero ya no es una pesadilla creíble. Recuerdo algunas de calidad excelente que me devuelven a la realidad agitado, acelerado, asustado. En esta,  todo es tan exagerado, tan absurdamente estúpido, tan inverosímil que, según avanza el sueño, su mediocridad me aleja de cualquier emoción. Al igual que no sobresalta una mala película de terror donde la única agitación que suscita es la risa, esta pesadilla low-cost, trufada de hipérboles desmesuradas, ni conmueve, ni inquieta, ni perturba. Parece que cada día, los guionistas del sueño se afanasen un grado más por competir en su incompetencia. Exijo pesadillas de las de antes, admisibles, con zombies persiguiéndote, despeñamientos por barrancos, desnudeces al aire ante colectivos diversos, animales imposibles que conversan entre ellos para ver quien devora antes tus entrañas, jefes sin ojos que emergen del colchón y se acomodan en tu cama. Algo creíble por favor, no esta ridícula distopía de serie B que nos estamos tragando.

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