Fondo de armario



Me armo de valor y desciendo a las profundidades de mi armario. Elijo un cajón al azar. Lo abro del todo y busco el final con las manos, a tientas, el tope no permite abrirlo más. Toco un tejido suave, parece raso o seda, lo extraigo y compruebo que son unos viejos calzoncillos rojos. Me los compré para recibir al nuevo año en una nochevieja garantizándome así, con poco esfuerzo, suerte de la buena durante 365 días. Sigo mi búsqueda y toco algo extraño, parece una estructura flexible formada de varillas metálicas. Cuando lo tengo a la vista, ya recuerdo, es un artilugio que alguien me regaló para darme masajes en la cabeza y procurarme bienestar. Según fui perdiendo pelo el bienestar se transformó en arañazos, dolor y aceptación de la realidad. Ahora creo recordar que mi alopecia comenzó el año que inauguré, con mis bonitos gayumbos rojos.



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