Compartir
Compartes universidad pero no sabes que existe, compartes
empresa pero nunca coincides, compartes casa rural estival durante años y solo
es uno más. Un día, charlando, sincronizas 30 años de vida. Vuelves a
compartir, ya conscientemente, dos comidas, dos cenas y cuarto y mitad de corazón. Y de
repente, acabas en París compartiendo casa y nevera. Qué extraña y maravillosa
es la vida.
Comentarios