Nos hemos vuelto a encontrar

Hacía mucho tiempo que no nos veíamos. Mis obligaciones diarias me habían apartado de todo lo demás y consumían mi tiempo. Vivía acelerado y ya sólo sabía conjugar el verbo "hacer". Mi cerebro había sido sustituido por una enorme lista dinámica de tareas que se vaciaba a la misma o menor velocidad a la que se llenaba. Yo ya ni me acordaba de él, ni tan siquiera me planteaba si aún vivía donde siempre o si se había ido definitivamente. Probablemente pero inconscientemente, yo, en mitad de la jungla de actividades, percibía tímidamente su ausencia, aún sin saber que era el motivo de mi desazón. Ahora sé que era él al que echaba de menos. Ya estamos juntos de nuevo. Ahora el mundo ha empezado a girar un poquito más despacio, el sol tiñe las calles con color-ilusión y las cosas importantes de la vida vuelven a la posición que siempre debieron ocupar (mi amigo es muy importante y puede hacer eso y más). Sé que en unos días nos volveremos a separar y, aunque haremos las promesas que hicimos la última vez que nos vimos (tenemos que estar más en contacto, tratemos de sacar un rato cada semana, etc.), seguro que tardamos en encontrarnos. En cualquier caso, ahora estoy con él y todo gracias a la enorme suerte de haberme operado el pasado día 8 de febrero. Cuando llegué del hospital, ya me estaba esperando. Y en estos días de baja médica en casa, donde el tiempo pasa más despacio, nos hemos puesto al día. Me ha ayudado a desprenderme de la superficialidad acumulada, de mis armaduras, de mis miedos y mis egocentrismos. No me considero un privilegiado por contar con su amistad, ya que, hay algo que debéis saber, todos tenemos un amigo así. Algunos le trataréis más y otros menos, pero cuanto más tiempo paséis juntos, más sabios seréis. Su nombre: nuestra Esencia Interior.