Egoísmo


Está de moda, nos lo encontramos todos los días, los sistemas de gobierno y económicos se basan en él, indirectamente produce beneficios pero también es el culpable de la crisis. En cualquier caso, y a un nivel más doméstico, es un monstruo que se alimenta de las ilusiones de los demás. Reclama su dosis que, con esperanza estéril, "los demás", sirven religiosamente a diario esperando vanamente, de nuevo, una vez más, un retorno de la inversión, mínimo, testimonial o imaginario. ¿Es el egoísta consciente de su voracidad y de sus consecuencias sobre los de su alrededor? Tres respuestas posibles: lucro, autocomplacencia o discapacidad. Sendas opciones conducen a una desapacible conclusión para los que están a su lado y padecen este mal.

A veces el "lego" de la vida ensambla piezas que aparentemente encajan aunque realmente pertenecían a juegos diferentes. El problema es que sobre esas dos piezas mal encajadas se construye un castillo. Nunca es tarde para construir de nuevo sobre cimientos sólidos y con la sabiduría que te da la experiencia obtenida. Y los prejuicios, en esta ocasión, se vencen con las matemáticas: si "A" no suma sólo resta entonces despejo "A".

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