MIL MILLONES... DE DECISIONES

Hace ya tiempo, unos cuantos años, acudí a un evento tecnológico organizado por IBM. La apertura de la jornada corría a cargo de la que por aquel entonces era la presidenta de esta multinacional en España -Amparo Moraleda-. Su intervención dio paso a una brillante presentación sobre innovación que realizó Fernando Trías de Bes. Yo no conocía a esta persona pero me impactaron los 45 minutos que debió durar su ponencia. No sólo fueron los contenidos sino también la manera de comunicarlos, de forma divertida, amena, directa y desmitificando el estrujado power point. Unos años después tuve oportunidad de verlo en otra ocasión hablando sobre los emprendedores con motivo del lanzamiento de uno de sus libros "El libro negro del emprendedor", tampoco me defraudó. Fernando Trías de Bes es economista, escritor y profesor en Esade. Su obra abarca el género de ficción y no ficción. En esta última tiene: Marketing Lateral, La buena suerte, El vendedor del tiempo, El libro negro del emprendedor y El hombre que cambió su casa por un tulipán. En ficción: Relatos absurdos, Palabras bajo el mar, El coleccionista de sonidos, La historia que me escribe y, su último éxito, Mil millones de mejillones. Yo he tenido la suerte de haber leído ya muchos de sus libros (no ficción básicamente) y he disfrutado mucho con cada uno de ellos. Y lo mismo ha pasado con "Mil millones de mejillones", su última obra ilustrada por el dibujante Toni Batllori. Una historia muy divertida y amena que aparentemente es banal y absurda si no fuera por el trasfondo real que contiene. El protagonista es un camarero de Vallecas en paro que consigue un empleo para dos semanas en un crucero de lujo. No le dan más detalles debido a razones de seguridad nacional. Acepta el trabajo y se embarca. Una vez a bordo descubre que se trata de la celebración de la boda de Berlusconi con una modelo en aguas internacionales. Algunos de los sorprendentes invitados que allí se encuentran son: Obama, Jordi Pujol, Ibarretxe, Aznar, Zapatero, Rajoy, Flavio Briattore, Fernando Alonso, Durao Barroso, Trichet, Carla Bruni, Emilio Botín, Hugo Chavez e incluso hasta el fantasma de Michael Jackson. El transatlántico naufraga y todos acaban en una isla desierta donde tienen que organizarse para sobrevivir. A partir de este escenario asistiremos a la creación de una moneda, la fundación de un banco, el comercio, las burbujas económicas, el problema de la emigración, la crisis... os podéis imaginar las delirantes intervenciones, reacciones y participaciones de todos esos personajes en cada uno de estos episodios. La historia la cuenta el camarero de Vallecas a través de un diario que va escribiendo e ilustrando. En la isla hay también una cueva donde se producen apariciones, aunque son las de los diferentes economistas que se han ido sucediendo a lo largo de la historia. Cuando los habitantes de la isla no saben como resolver algún problema, recurren a la cueva donde encuentran las directrices adecuadas para solventar las situaciones. En definitiva, una vez más, Fernando Trías de Bes nos sorprende con un ejercicio de creatividad donde consigue activar nuestro cerebro para que reflexionemos sobre la economía, la crisis y los dirigentes que tenemos a través de un libro muy fácil de leer.

Son curiosos los caminos por los que la vida nos lleva. El que yo haya leído este libro el otro día ha dependido de una serie de sucesos que se han ido produciendo cronológicamente en el tiempo. Antes de esta lectura, había leído otras obras de este escritor que me habían gustado y que, por tanto, habían reforzado mi apuesta. Pero también antes de haber leído un libro suyo le había escuchado en el evento de IBM, aunque yo no sabía que esta persona estaría allí (o si lo sabía no lo conocía). Y yo no hubiera ido a ese evento si no hubiera estado trabajando en una empresa de tecnología, y yo no si ... ¿Hubiera llegado al mismo sitio desde otro lado? Puede ser que sí o puede que no. En cualquier caso, los viajes hubieran sido diferentes y las ramificaciones múltiples. Esto es sólo un ejemplo sin mucha importancia pero nos sirve para llegar a la conclusión de que es el instante actual, en todo momento, el que condiciona nuestro futuro. Podemos dejarnos llevar por los vientos sin control, o podemos gobernar el barco. Pero el acto que ahora mismo estamos haciendo, sea el que sea, es una pequeña pieza más de nuestra vida que derivará en una nueva oportunidad relacionada. Y si aprovecho esta nueva oportunidad aparecerá otra y luego una nueva, y así sucesivamente... y todas bajo un mismo hilo conductor o guión. Aquí está nuestro margen de actuación: que los capítulos de este guión lo vayamos escribiendo nosotros, aunque no sepamos como acaba definitivamente la película pero disfrutando del camino, de los tesoros que nos vamos encontrando en la ruta (un libro, una conversación, un amigo, una película, un amor, un hijo, una familia). Muchas veces no vivimos el momento, aunque el momento sea irrepetible y maravilloso. Incomprensiblemente, en vez de volcarnos en ese instante al 100%, nos ponemos a planificar el futuro buscando nuevas experiencias que nos harán felices. Sin embargo, cuando llegan ya no estamos de nuevo. Dice Luis Galindo y Mario Kogan en el libro que acaban de publicar "El próximo minuto":

"Nos pasamos la vida esperando a que se presenten las condiciones ideales para poder disfrutar. De este modo, perdemos muchas oportunidades de disfrute en el presente, esperando unas condiciones que posiblemente nunca se den en su totalidad"

y también citan a John Lennon:

"La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes"

En cualquier caso está bastante claro que las acciones que realizamos y decisiones que tomamos van condicionando nuestro futuro y el de otras personas. Pensemos en ello cada vez que optamos por un camino u otro. Nuestra vida podría haber sido radicalmente de otra manera si no hubiéramos entrado en ese bar donde conocimos a nuestra actual pareja, o si hubiésemos aceptado esa oferta de trabajo en México, o si no hubiéramos padecido esa enfermedad,.... cada minuto actual de nuestra vida sigue construyendo nuestro futuro (y el de otros). Es posible que hechos aparentemente tristes y traumáticos en el presente, a los que no encontramos explicación y que nos llevan a la desesperación ahora, en un futuro, analizados desde la distancia, sean experiencias enriquecedoras que nos llevaron a una vida mejor.

Lo dicho: no sabemos como acaba la película pero además de ser el protagonista somos el guionista principal (hay más películas, actores y guiones que se cruzarán con el nuestro) y eso nos da un margen interesante para dirigir nuestra vida y disfrutarla con plena consciencia en el momento actual.

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